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En aquel verano las cosas habían cambiado. Por lo menos en el juego, en el cual los malos tomaban ventaja sobre los buenos. Mis padres permanecían trabajando, y los abuelos ya no eran responsables de mi cuidado. El ventilador estaba en velocidad media, sus paletas daban viento suficiente como para que no sea una víctima más del calor.

Allí estaba, sentado en el escritorio, con la computadora encendida y el juego al que siempre jugaba ejecutándose. La barra cargaba, todo estaba más que tranquilo. Hasta que sorpresivamente algo infortuito para todo gamer sucedía, el error 404 se hacía presente al cargar el juego. Mis ojos reflejaban decepción y enojo, puesto que sabía que las redes del momento no estaban estables, pero nunca había sucedido algo así en mi red hogareña.

Mi reacción fue inesperada, unos cuantos puñetazos al teclado, para que al mismo momento que mi mano impactaba en las teclas, la tensión de la casa bajara, y luego tras unos segundos retomara con tranquilidad. Tenía la mirada puesta en las luces que estaban encendidas en la casa, y también sentía como el ventilador tiraba corrientes de aire discontinuas. Al voltear la vista, mi pantalla se volvió negra, y unos cuantos números verdes comenzaron a caer verticalmente. Se podía divisar un punto blanco en el centro de la pantalla, a lo lejos, el cual se iba acercando rápidamente.

Una sensación de miedo se había apoderado de mi. Mis piernas temblaban, la luz se cortó, y el punto blanco comenzaba a apoderarse de toda la pantalla. Emitía un brillo que podía iluminar toda la habitación. Segundos después el brillo iluminó toda la habitación, llegando a dejarme sin vista por completo. Inmediatamente, la reacción fue de buscar algo de donde sostenerse, e inevitablemente toqué el teclado. En ese instante, fue en el que la computadora tomó poder sobre mi, no podía escapar de aquella situación.

*Viaje*

Allí me encontraba, en la oscuridad, tumbado en la tierra. Mis ojos permanecían cerrados, pero un fuerte rugido hizo que se abran y me alarme por completo. Estaba mareado, el panorama pintaba oscuro y tétrico. Telas de araña colgando de los árboles, el piso que era tierra, de donde salían cables de diversos colores, y a lo lejos, una especie de pirámide rocosa se avistaba. De pronto, una voz irrumpió aquel silencio tenebroso, me había dado cuenta que era el último digimon que había elegido para iniciar la partida del juego, BlackAgumon.

BlackAgumon ~ Bienvenido al Mundo Digital. El lord me ha enviado para que te explique de que va todo esto.
Shui ~ Pero si ... No... Si... No entiendo nada.
BlackAgumon ~ El Lord te ha reclutado, eres un nuevo Tamer del Digimundo, y yo seré tu compañero. Juntos formaremos un equipo.
Shui ~ ¿Lord?
BlackAgumon ~ Ya verás de quién te hablo. Salgamos del ProtocolForest, que pueden aparecer arácnidos de los cuales pronto sabrás más información.
Shui ~ Si otra no queda...
BlackAgumon ~ ¡ Asuka City ! Allí te explico de que va todo.

Tras aquel pequeño diálogo, comencé a seguir a BlackAgumon. Sabía a la perfección la salida del bosque. De todas maneras, estaba atento ante cualquier circunstancia rara que ocurriera. Preguntas miles rondaban por mi cabeza. Ahora a parte de un bosque del que estábamos saliendo había ciudades. Era todo un misterio, y solo aquel pequeño dinosaurio negro podía ayudarme a resolverlo. Mientras tanto, pensaba en mis padres, se llevarían una sorpresa no grata al retorno del trabajo, pero sabría que con un mail se quedarían algo más tranquilos, eso si, debía chequear si en Asuka City habría internet.