[Rol con Master] El Caluroso Desierto antes de Biakko

Todavía no podía creer cómo Renamon no veía al cactus con maracas y vestido con un poncho que revoloteaba la reposera a varias decenas de metros de nosotros. Ella me agarró de los hombros y me dirigió unas palabras tranquilizadoras, añadiendo que ahora sí teníamos un enemigo. Un rugido con pizcas de maullido se pudo escuchar, y a los saltos apareció un digimon, corriendo en cuatro patas, y que resultaba difícil decir a qué tipo de animal se parecía. ¿Un gato, un león, un conejo?. Cada tanto, miraba de reojo al cactus mexicano, pero si Renamon decía que lo que importaba era el gato gris, mejor le hacía caso. Después de todo, ella era la que vivía allí, yo hacía apenas una semana que había llegado.

A cada paso que daba el nuevo digimon, más risa me daba su apariencia y movimientos. Entre saltos y corridas se acercaba más y más. No podía soportar la risa, pero por lo menos lo disimulaba con el deplorable aspecto en que me encontraba: muerto de calor y de sed. -Renamon... ¿este gatito es un digimon hostil? ¿Vas a tener que pelear?- Le pregunté, ansiando que su respuesta fuera afirmativa, por ahí eso me distrajera del agobiante calor. -Así parece... ¿te gustaría verme en acción?- Preguntó, de manera cómplice. -Bueeeeno... si no hay otra opciooon.... ¡Renamon, usa Matanza de Piedra!- Le ordené, a lo que ella respondió corriendo hacia el enemigo, para saltar directo a él, convirtiéndose en una piedra durante el trayecto. Esperaba que ese ataque fuera algo sorpresa para el enemigo.

Atento, miré la primer pelea Digimon que presenciaba en aquél mundo... y en cualquier otro, obviamente. Más allá del juego en sí, ahora esto era real, y era mucho más emocionante. Ambas criaturas se disputaban en una ardua batalla. Yo analizaba todos los movimientos del enemigo, y pensaba en qué decirle a Renamon que haga. De todos modos, para ayudarme, mi compañera también era bastante hábil a la hora de predecir y hacer movimientos, y así fue como contestó al ataque del Gizamon, el cual ella pareció reconocer, y yo no.

Luego de la segunda metamorfosis, aproveché para decir lo que planeaba. -Renamon, salta hacia arriba de su cabeza, y usa Tormenta de Diamantes!- Para ver cómo a continuación ella realizaba un movimiento de agilidad extraordinaria y se posicionaba en el aire boca abajo, justo sobre Gizamon, extendía todas sus extremidades, y comenzaba el ataque, una brillosa danza de cristales puntiagudos que se clavarían en todo el cuerpo del rival. Ademas de poderoso, aquél era un ataque muy hermoso a la vista. Sonreí, emocionado.

Luego del ataque efectivo, se vino el contraataque, cosa que temía desde un principio, aquél había sido un movimiento un tanto arriesgado y frío. Al caer, tan desprotegida, quedó a la merced del rival, que ya se recuperaba. Un zarpazo en medio de su pecho mandó a Renamon a volar directo a mí. -NOO!!- Grité un poco asustado por la salud de ella, atrapandola en el aire. -¿Estas bien?- Le pregunté, arrodillado en el piso con ella recostada boca arriba, apoyada en mi cuerpo.

-Ugh... si, quedate tranquilo. Ya debería ser hora de terminar esto.- Me dijo, con un ojo entrecerrado por el dolor de su herida. -Entonces, usa Tormenta de Diamantes de nuevo!- Le ordené, a lo que Renamon se paró en la misma pose de antes, haciendo parecer que me protegía del Gizamon, mientras una lluvia de cristales otra vez azotaba al rival.